Dramas de padres primerizos: “Mi bebé me es indiferente”

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Hoy nos hacemos eco de este interesante artículo de El País que cuenta el drama que viven algunos padres primerizos. Los progenitores, alentados por el anonimato, se sinceran en webs, piden ayuda y se apoyan entre ellos.

«Mi bebé me es indiferente», testimonios de los padres

Antes de que empiecen a leer, yo, Gustavo Hernández, director de la Escuela Infantil Pizquito les dejo la siguiente reflexión: hay que tener en cuenta que el padre no tiene las mismas sensaciones durante el embarazo que hacen que la unión sea más profunda , además de otras muchas, con las madres. Por tanto, debemos continuar con el proceso de implicación en la crianza de la figura paterna y crear oportunidades de tiempos y labores que intensifiquen dicha relación. A continuación, compartimos el artículo con ustedes:

DRAMAS DE PADRES PRIMERIZOS: “MI BEBÉ ME ES INDIFERENTE”

«Tengo un hijo de cuatro meses y cuando le miro no siento nada. Y obviamente no es algo que pueda hablar con mi mujer. Estoy preocupado porque sé que no es un sentimiento sano». Este testimonio tan crudo lo escribe un padre en Daddit, el foro sobre paternidad de Reddit, una web en la que gente de todas partes del mundo intercambia opiniones y experiencias, desde la cosa más trivial a, como en este caso, asuntos de más calado como la paternidad.

No es el único lugar donde se trata la relación entre los padres y sus bebés. Por ejemplo, Dads adventures (aventuras de papás) es una web donde los progenitores piden ayuda y se apoyan entre ellos. Y se leen comentarios como este: «Tengo un bebé de un mes que solo llora cuando yo le cojo en brazos. Si su madre e incluso otras personas le cogen está bien, pero cada vez que lo hago yo se pone a llorar. Trato de no tomármelo como algo personal, pero es muy frustrante».

En esta página se encuentra el testimonio de un padre que, alentado por el anonimato que protege a quienes escriben en su foro, confiesa que no tiene ningún tipo de sentimiento hacia su hija de cuatro meses. «Tengo un hijo de cinco años y nunca me ha costado conectar con él. Desde el momento en que llegó a mi vida, aunque a veces su llanto me sacara de quicio, mi hijo se convirtió en alguien imprescindible para mí. Ahora tengo una hija de cuatro meses y mis sentimientos no tienen nada que ver. Me siento totalmente desconectado de ella. Hasta el punto de que me es indiferente. Sé que suena terrible. Trato de jugar con ella y hablarle, pero nada parece funcionar. No sé qué más hacer».

Lo que sigue a esta sincera declaración es una retahíla de palabras de aliento de otros padres que aconsejan a este hombre que pida ayuda a la mayor brevedad posible. «Lo más importante es acabar con el estigma. Este tipo de situaciones son más comunes de lo que se cree. Hay que tener en cuenta que las madres cuentan con nueve meses para hacerse a la idea, pero para el padre, que no ha sufrido transformaciones físicas ni hormonales, la paternidad es algo más repentino. El vínculo que se genera entre madre e hijo durante los meses de gestación es una ventaja poderosa de la que él no puede beneficiarse», explica la especialista en psicología clínica y terapia familiar sistémica María Jiménez.

Otro dificultad es que no es extraño que, al convertirse en padres, tanto el hombre como la mujer tiendan a abandonar sus roles anteriores, como por ejemplo el de pareja. Esto, en vez de ayudar a adaptarse a la paternidad, incrementa la ansiedad. «Por más hijos que se tengan no hay que olvidar que uno es algo más que un padre. Las personas somos pareja de, hijo de, experto en, aficionado a… y es importante que el papel de padre no anule el resto de facetas», apunta Jiménez.

El rol del padre

Existe otro factor importante a tener en cuenta: el rol que ejerce el padre, desde el momento de la concepción, se posiciona en un segundo plano con respecto al de la madre. Y cuando el bebé nace esa sensación puede convertirse en algo difícil de llevar. «¿Cómo dejo de sentirme un completo inútil?», se pregunta el progenitor de un niño de 16 días que se siente «en el banquillo» porque su hijo solo busca consuelo -y alimento- en la madre. «Siento que estoy haciendo todo lo que puedo para ser lo que él necesita pero no es suficiente», concluye. «Durante los primeros meses todo orbita alrededor de la madre. Una de las funciones principales del padre es cuidar de ella, siendo su principal apoyo, para que esta a su vez pueda cuidar y alimentar al bebé adecuadamente», asegura la psicóloga.

El lugar que ocupa cada uno de los progenitores no solo cambia con el nacimiento del bebé, sino que además va evolucionando mientras este crece y cambian sus demandas. Y, como sabrán todos los padres primerizos, absolutamente cada persona con la que se crucen, desde los abuelos hasta el frutero, tendrá una opinión sobre cómo debe hacerse cualquier cosa relacionada con el bebé. Esto, para muchos se convierte en un problema, pero ¿qué pasa cuando las diferencias se dan dentro de la misma pareja?

«Soy un padre primerizo de un niño de 18 semanas. Mi mujer no me deja coger al bebé ni cambiarlo ni darle de comer. Ella está agotada pero no me deja ayudar, y está empezando a pagarlo con todo su entorno. ¿Hay algo que pueda hacer para que me deje ayudar y poder pasar un tiempo a solas con mi hijo?», se pregunta otro padre en Dad Adventure.

Falsas ideas o creencias sobre la educación del bebé

En este caso, el exceso de celo de ella puede deberse simplemente al miedo de una madre primeriza pero también puede subyacer la idea, socialmente establecida, de que ellos tienen menos capacidades para educar a un bebé. La torpeza de los hombres que muchas veces se ha usado de excusa termina menoscabando sus competencias como padres. «Culturalmente se minusvaloran las habilidades de los varones para cuidar de cualquier ser humano», asegura María Jiménez. La herencia cultural -antiguamente atender a la familia no era competencia de los hombres- incentiva esta creencia que, sin embargo, ya queda trasnochada. «Hace mucho que dejamos de ser cavernícolas. Lo que hay que hacer es fomentar en los hombres estas capacidades» , sentencia la experta.

Pero aún quedan retazos de esa falsa creencia. Un body de bebé «a prueba de papás», con tres flechas dibujadas, cada una de ellas señalando dónde van los brazos y la cabeza del retoño, no ha sentado nada bien a algunos padres, hartos de que denigren sus aptitudes como progenitores. «Parece que hemos retrocedido a 1950» o «esto es muy condescendiente, ¿cómo ha podido llegar un producto así a las tiendas?», son algunas de las quejas que han compartido en Internet. Aunque otros, conscientes de que esto de la paternidad es una carrera de fondo y, algunas veces, es mejor tomárselo con humor han asegurado: «Las instrucciones no están claras, ¿dónde van las piernas?». Y es que, como asegura Jiménez, «a todo se aprende en la vida, a ser padre también». Y sin libro de instrucciones

Fuente: elpais.com