Establecernos límites en la relación con nuestros pizquitos hará que estemos más cerca de ellos de lo que creemos. Te damos algunos consejos para que los apliques en tu día a día con ellos.
Los límites que nos acercan a los niños
Garantiza la pertenencia, cuando se portan mal también, “eres importante para mí, ¿qué necesitas?, te escucho”.
A todos nos cuesta entender la negación. Dile lo que sí puede hacer. Abandona la ironía y el sarcasmo.
En lugar de resolver por él, favorece la curiosidad y la investigación, activa su cerebro superior. Capacita.
Informa con anticipación, comprueba que comprenden. Adivinar es un reto que no siempre se salda con acierto. Di lo que quieres y dilo claro.
Involucra. En lugar de ofrecer propuestas cerradas a la colaboración “haz esto, hazlo así”, pregunta. Conoce su opinión, la reflexión en sí misma ya es muy valiosa.
Explica. ¿A ti te gusta hacer las cosas sin conocer las razones? Si el niño comprende el valor de las normas, estás alejando la posibilidad de transgredirlas.
Ellos también deben ser respetados. Es un valor que va en ambas direcciones y para que el niño lo aprenda debe vivirlo en sus carnes.
Paciencia. Nadie nace con las reglas de comportamiento aprendidas, lograrlo lleva años.
Todo esto no sirve de nada “si no ves al niño”, sus características de temperamento, sus necesidades y limitaciones evolutivas.
Modela. ¿Cómo podrá interiorizar los valores si no los mostramos? Aprenden más de lo que hacemos que de lo que decimos.
Si las normas no se cumplen, es la oportunidad para seguir acompañando el proceso de aprendizaje con preguntas abiertas, con búsqueda de soluciones…
Jugar no es solo una actividad para el ocio infantil, es la mejor herramienta de aprendizaje. Crea juegos para llevar a cabo las tareas desagradables.