Llevamos unos veranos muy fuertes en Canarias y debemos proteger a los niños de los golpes de calor, al igual que de los ahogamientos. Ellos, junto con nuestros mayores, son muy sensibles a las altas temperaturas, puesto que compensan peor que los adultos las diferencias de temperatura. Además, como todos sabemos, septiembre suele ser un mes bastante caluroso en nuestra tierra.
Para empezar, ¿qué es un golpe de calor? Es un trastorno grave que se presenta cuando un organismo no alcanza a disipar más calor del que genera o absorbe, superando la temperatura corporal los 40° C. Este golpe de calor puede tener consecuencias graves en la salud de las personas.
Según las estadísticas los menores de 4 años son (junto a las personas de mayor edad) el segmento de población que más riesgo tiene de sufrir un golpe de calor en las épocas del verano en que más sube el mercurio. Veamos cómo actuar para evitar un golpe de calor en los más pequeños.
Los bebés pequeños aún no controlan los mecanismos de sudoración para regular por sí mismos la temperatura corporal y, además, no pueden comunicarnos su malestar si sienten demasiado calor. Pero sí pueden pasar calor. Por ello, hemos de estar atentos a sus reacciones y tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
No hay que abrigar en exceso al bebé si hace calor para nosotros, ni en sus ropas ni en la ropa de cuna o en el cochecito. Hay vestir al bebé preferiblemente con fibras naturales como el algodón, que facilita la compensación de las variaciones de temperatura.
Los bebés sudan principalmente por la nuca, de modo que con la mano podemos comprobar si pasan calor. Atentos también al colchón de la superficie donde se encuentra el pequeño. Conforme van creciendo, puede que también notemos su sudor en manitas, pies y otros lugares de la superficie corporal.
Cuando el calor aprieta, los bebés han de estar bien hidratados, por eso en verano la lactancia es a demanda más que nunca, sin horarios. Podemos ofrecerle el pecho más a menudo, y si ya ha iniciado la alimentación complementaria y también toma agua, también querrá beber con más frecuencia.
Nunca dejemos a los bebés al sol, ya que su delicada piel no tolera el sol directo y el calor sería excesivo. Si van a estar expuestos al sol, no olvidemos la protección solar e incluso de una camiseta, no está de más. Las cremas solares adecuadas han de ser de protección alta y reponerse varias veces, después del baño o cuando sudan mucho. Intenta usar protectores hipoalergénicos, libre de PABA con un factor de protección solar +45.
Las barreras físicas como gorras, sombrillas… también son fundamentales. No hay que olvidarse de la cabeza, orejas, el cuello. Sombrero, gorras que cubran la cabecita y si es posible las orejas y el cuello que son zonas muy sensibles.
También hay que proteger los pies. Hay zapatillas para la playa que además de proteger la parte superior de los pies, protegen también la planta de la arena caliente.
Los niños ya tienen capacidad de comunicarnos que sienten calor, aunque es probable que, si están jugando, no lo hagan y cuando se den cuenta o nos demos cuenta para poder actuar a tiempo sea demasiado tarde.
Los síntomas de que el niño sufre un golpe de calor, son: apatía, agotamiento, confusión, temperatura superior a 39º, piel roja, caliente y seca, pulso rápido, mareos…
Para evitar llegar a estos extremos, hemos de seguir estos consejos:
Evitemos ir a la playa o de excursión en las horas centrales del día y que los niños hagan ejercicio físico cuando haga más calor. Si salimos con ellos, habrá que descansar a la sombra o en lugares frescos y ventilados. Un baño refrescante, una ducha a la sombra, la playa cuando no haga mucho sol ni calor… hará no solo que su temperatura no se eleve, sino que lo pasen en grande.
La alimentación ha de ser rica en agua para mantener al niño bien hidratado: mucha fruta y verduras, ensaladas… Recetas frescas y apetecibles. Como los niños sudan bastante con el calor, han de beber mucha agua o zumos naturales para reponer líquidos.
La ropa también ha de ser fresca, de algodón y colores claros que absorben menos el calor. La gorra y la protección solar son indispensables.
Por supuesto, ni bebés ni niños han de quedarse solos en el coche ni un momento, es una práctica muy peligrosa.
También en el caso de bebés y niños dentro de casa habremos de mantener una temperatura adecuada, refrescar las estancias abriendo ventanas cuando menos calor haga, estar en las habitaciones donde menos dé el sol y usar ventiladores u otros mecanismos de refrigeración a un nivel suave y que no incidan directamente en los pequeños.
En definitiva, muchos de los consejos para proteger a los niños de los golpes de calor con las altas temperaturas son similares para los bebés y los niños. También nosotros nos podemos aplicar muchas de estas recomendaciones, siempre recordando que los pequeños son los más vulnerables (junto a los ancianos) y que estamos en fechas de riesgo.
FUENTE: bebesymas.com