Dormir bien es indispensable en todos los momentos de la vida, sin duda, sobre todo en la infancia. Está comprobado que mientras los niños duermen se activan las hormonas que influyen en su crecimiento, recobran la energía, están más dispuestos para aprender, con un óptimo sistema de defensas y buen estado de ánimo.
Que los niños duerman las horas necesarias según su edad es algo muy importante para su desarrollo y crecimiento, tanto a nivel físico como psicológico. Según los expertos, los niños de entre 3 y 6 años necesitan dormir al menos 11 horas al día. Según van creciendo las horas de sueño se irán reduciendo un poco, siendo necesarias unas 10 horas cuando tienen entre 6 y 12 años y alrededor de 9 horas cuando son adolescentes.
Los niños tienen mucha energía que van gastando a lo largo del día. Esa energía solo la recuperan mientras duermen, por eso es importante que el sueño sea de calidad y así cuando se levanten volverán a ser pura vitalidad. El niño que no duerme bien o lo suficiente podría estar irritable, tener un mal rendimiento escolar, trastornos en su desarrollo emocional y social, etc.
La hora de irse a dormir siempre tiene que ser algo importante para el niño, por eso se debe establecer una rutina de sueño desde que son bebés. Un buen hábito de sueño se logra teniendo un horario fijo para irse a la cama y adquiriendo otras costumbres que habrá que repetir día tras día, como darse un baño, ponerse el pijama, cenar, lavarse los dientes y leer un libro antes de acostarse. Con el tiempo el niño asociará estas costumbres con la hora de irse a dormir y cuando sea más mayor será capaz de realizar su “rutina de sueño” diaria él solito.
Además, para que el niño duerma bien tendrá que esta relajado en el momento de irse a la cama, por eso hay que evitar que realice actividades muy movidas en las dos horas antes de acostarse. Leer un cuento en familia o hablar tranquilamente antes de dormir son también maneras de conectar con ellos y mejorar su estabilidad emocional.
En caso de que, a pesar de que sigas todos los consejos anteriores, el niño no consiga dormir bien, lo más importante es permanecer con calma, no sentirse culpables ni culpar al niño, intentar aprovechar todos los momentos posibles para descansar durante el día y utilizar técnicas de educación y enseñanza de buenos hábitos de sueño.
Las medidas más recomendables son las derivadas de la educación en hábitos saludables de vida (alimentación, actividad física, sueño) especialmente las técnicas graduales pero de una manera adaptada a cada niño y cada entorno familiar.
Definitivamente la respuesta es sí. El conocimiento por parte de los padres de una serie de aspectos esenciales sobre la conducta del sueño puede prevenir la aparición de trastornos relacionados con este. Es importante tener conocimiento de la variación de los patrones del sueño a lo largo de la infancia. Entre las medidas preventivas la más básica es la información por parte de las autoridades de salud de estos patrones. Los padres deben saber lo que es la “latencia del sueño”; es decir, que todos los niños tardan un tiempo en dormirse de manera autónoma y este tiempo puede oscilar de 20 a 35 minutos, según los niños y su edad.
Las consecuencias en el desarrollo del niño de un sueño de mala calidad o de un déficit del mismo abarcan toda la economía de este. En primer lugar, se afecta su humor, su capacidad de controlar sus estímulos y aumenta su irritabilidad. Si el problema persiste puede llegar a afectar su sistema de defensas frente a las infecciones o al mismo desarrollo de la secreción de la hormona del crecimiento (se segrega fundamentalmente por la noche al dormir).
Debemos distinguir entre problemas con el sueño y trastornos o desórdenes del sueño. Los problemas con el sueño se refieren a patrones inadecuados para el ambiente donde se desarrolla el niño, que no tienen una base de enfermedad. Es un problema de información y educación, y su solución viene dada por medidas educativas. Los desórdenes o trastornos del sueño, en cambio, responden a enfermedades de base que ocasionan trastornos en el dormir (apneas del sueño, piernas inquietas). Su tratamiento es médico y este debe ser acompañado de medidas educativas.
Fuente: abcdelbebe.com, entrechiquitines.com