Este tipo de contusiones como el chicón son muy llamativas, se curan solas y no suelen tener importancia. Pero hay que vigilar durante 24 horas por si se trata de algo más que un golpe. Presta atención.
Factores que favorecen su aparición
La osadía, la falta de equilibrio, el mayor peso de la cabeza respecto al cuerpo, la distribución de los muebles del hogar… Todo parece aliarse para que durante los primeros años del niño la mayoría de los golpes los sufra su cabeza.
Entre los huesos del cráneo y la piel no hay mucho tejido que amortigüe el golpe, lo que favorece que tras el impacto se produzca una inflamación inmediata y una rotura de vasos sanguíneos o linfáticos que se acumula en la zona y genera lo que conocemos como chichón.
Aunque siempre hay que valorar la edad del niño (no es lo mismo un golpe en la cabeza en un bebé de 6-12 meses que en un niño de 4 años), la zona dañada (el hueso frontal es mucho más duro y resistente que el resto), la altura de la caída o la aceleración con la que se ha producido y las manifestaciones o síntomas posteriores…, en general, los chichones, aunque dolorosos y alarmantes, no revisten gravedad, evolucionan (con el tiempo la inflamación desaparece, la sangre se degrada y se reabsorbe) y todo suele quedar en un susto. En todo caso, te conviene saber qué hacer cuando tras un golpe aparece el dolor, el llanto intenso y la inflamación.
Tu hijo necesita calma, consuelo y que actúes de la manera adecuada.
Cuando va acompañado de herida
Si además del chichón se ha producido una herida tienes que proceder así:
- Lávala con agua fría. No dramatices ni grites, la presencia de sangre les asusta mucho. Aplica un paño limpio, pañuelo o papel de celulosa de la cocina (no uses algodón hidrófilo) y presiona juntando ambos bordes de la herida.
- En cuanto deje de sangrar, aplica frío sin contacto directo (hielo en una bolsa y envuelto en un paño ligero) durante 20 minutos.
- Si la herida es muy profunda y sigue sangrando, quizá necesite puntos. Lleva al niño al centro de salud más cercano o al servicio de urgencias que te corresponda.
Si sólo le ha salido el chichón…
Cuando “sólo” se trate del chichón, sin herida, y salvo el dolor, el niño se encuentre bien:
- Aplica el hielo durante 20 minutos, descansa otros 10 y vuelve a aplicarlo, hasta completar por lo menos una hora. El hielo cierra los vasos sanguíneos que se han roto, calma el dolor y baja la inflamación, pero esta terapia únicamente es efectiva tras el golpe; de poco sirve días después (si se hace el chichón estando en la calle, ponle un bote de refresco).
- Además, puedes aplicar algún producto, crema o stick, a base de árnica o con pentosano polisulfato sódico, indicado para hematomas (pregunta en farmacias).
- Cuando se calme tras el berrinche el niño querrá dormir. Puedes dejarle en tus brazos o acostarle, pero procura que tenga la cabeza más alta que el resto del cuerpo (pon una almohada, usa su gandulita si es bebé, o déjalo sobre tu hombro). Si al despertar se muestra dolorido puedes darle el analgésico que tome habitualmente y a la dosis que os haya indicado su pediatra en ocasiones anteriores.
El día del golpe, durante el sueño nocturno conviene que despiertes al niño cada tres o cuatro horas para comprobar si su estado general es correcto. No es preciso levantarle ni someterle a un interrogatorio. Tú conoces bien sus reacciones normales. Si te reconoce y sabe dónde está, si quiere agua, el chupete o pide que le dejes, es suficiente.
Aunque un chichón normal, sin otras manifestaciones, no precisa la atención del médico, por prudencia no está de más que lo vea su pediatra cuando tengas oportunidad.
En el caso de los menores de 1 año, tras un golpe deben acudir siempre al médico, especialmente si se han caído de una altura de más de un metro(cambiador, bañerita, capazo…).
Atención a estos signos de alarma
Aunque lo normal es que el chichón no sea nada, pueden surgir circunstancias en torno a él que aconsejan acudir de inmediato a un centro de salud o de urgencias:
- Ha perdido el conocimiento (¡no le zarandees para que vuelva en sí!).
- Está confuso y muy irritable (llanto continuado, no se calma con mimos ni con tu voz, no quiere que le aúpes ni le acunes). O está más somnoliento de lo normal.
- Le resulta difícil estar de pie, coordinar los movimientos del gateo o mantenerse sentado.
- No acierta con las palabras y balbucea.
- Aparece sangre por la nariz o por los oídos (cuando el golpe no se ha producido ahí) o le sale un líquido claro.
- Además del chichón, surge un hematoma alrededor de los ojos o de las orejas.
- Sus pupilas no están iguales.
- En vez de inflamación hay una zona hundida.
Además, durante las 24 horas posteriores a un golpe en la cabeza hay que estar atentos a la posible aparición de síntomas que precisan atención médica. Entre ellos:
- Si dice que le duele la cabeza y el dolor no remite en un par de horas (no cuenta si el dolor es porque se toca el chichón).
- Si al preguntarle, te dice que no se acuerda del golpe ni sabe dónde tiene la “pupa”.
- Vomita varias veces y no es por el berrinche.
- Tiene convulsiones o movimientos extraños o notas que no puede moveralgún miembro.
Y después, ¿qué hay que hacer?
Tanto durante el día del golpe como en el siguiente, conviene que limite los juegos intensos, saltos, manipulaciones bruscas, etc. Si todo está bien, a las 24 horas, ponle paños calientes en el chichón para favorecer la reabsorción del hematoma.
Normalmente, así suele evolucionar un chichón:
El grupo hem de la hemoglobina de la sangre que está extravasada se degrada y aparecen diferentes coloraciones durante el proceso de reabsorción.
- En los momentos inmediatos el color es rojo intenso, el chichón es doloroso al tacto y está inflamado.
- Del 2º al 4º día es violáceo, la inflamación decrece y el dolor al tacto también.
- Del 4º al 10º día el chichón y la zona circundante tienen tono verdoso. La inflamación es mínima aunque sigue siendo sensible.
- Del 10º al 15º día el color es amarillento, no hay inflamación ni dolor.
Signos que hacen pensar que el chichón no va bien
- Si pierde la forma original y se alarga.
- Presenta una zona central hundida o que crepita al tacto.
- En lugar de disminuir de tamaño, aumenta en las 24 horas siguientes.
- Notas en él una parte blanda y móvil.
- Pasados 20-30 días permanece igual. En este último caso puede tratarse de un absceso, un chichón encapsulado o calcificado (no cometas el error de pincharlo, el riesgo de infección es altísimo). Si causa molestias o problemas estéticos, el pediatra te indicará si precisa cirugía.
Cualquier duda que te surja sobre la evolución del chichón, la zona en la que se ha producido o las molestias que le ocasiona al niño debe ser consultada con su pediatra.
Fuente: crecerfeliz.es