Con doce meses que tiene el año, van doce aprendizajes que hemos realizado para todos y entre todos.
Este 2019 que despedimos nos deja muchos motivos para alegrarnos de ser y pertenecer a la familia Pizquito.
Porque estas tres E nos dieron todas las fuerzas para afrontar un año muy especial. Nos empeñamos en hacer las cosas mejor cada día. Nos ponemos en la piel de cada niño y de cada padre/madre que confía en nosotros. Y tenemos la esperanza de devolverles con creces esa confianza.
Teníamos, desde el primer día, todas las ganas de hacer felices a nuestros niños y de serlo nosotros. Porque es así la mejor forma de transmitirlo a nuestros Pizquitos.
Para que nuestros pequeños sigan descubriendo el mundo. Ellos se mueven y exploran por sí mismos.
Porque, transmitiendo esa autonomía, creamos seres libres. Niños que se sorprenden constantemente. Y nos sorprenden cada día.
Nuestros Pizquitos tienen la facultad de hacernos volver a nuestra infancia. Vivimos, a través de ellos, una nueva vida cada año.
Porque no debemos olvidar que es la base de todo. Jugar para ser feliz y para compartir con los demás.
Y como el juego a veces trae jaleo, también hemos aprendido a vivir con él y a disfrutarlo. ¡Claro que sí!
Nunca nos cansamos de darlo. Pero son ellos los que nos hacen recibirlo multiplicado por 100.
Es la clave para hacer nuevos amigos y enfrentarnos así a nuevos retos.
Aprender, desaprender y ver cada error como una nueva oportunidad nos hace más fuertes y más sabios.
Con todo lo nuevo y actual que podemos incluir en nuestro día a día. Tanto en pedagogía como en tecnología, nos adaptamos a las nuevas tendencias con la ilusión de un futuro basado en la disciplina positiva.
Porque no debemos nunca olvidarnos de disfrutar con esta magnífica profesión.
Muchas gracias por acompañarnos durante todo el año. ¡Mucha felicidad para el 2020!