El miedo es una emoción básica que surge porque percibimos un peligro que puede ser real o imaginario, y que dispone al cuerpo a una huida rápida sintiendo una activación en las extremidades inferiores y superiores, permitiendo escapar de la situación.
La función de esta emoción es la supervivencia, poder echar andar mecanismos que nos defiendan frente a un riesgo o peligro. En ocasiones como padres caemos en el error de pensar que nuestros hijos no pueden temerle a nada y cuando lo hacen, lo primero que hacemos es invitar a no sentirlo.
Esto podría ser perjudicial para en desarrollo socio afectivo, porque el no empatizar con su miedo ocasiona mayor angustia y estrés. El cerebro comenzaría a secretar altas dosis de cortisol, hormona del estrés, lo cual según investigaciones limita el desarrollo cognitivo.
Para poder ser una respuesta contenedora del miedo de los niños, es un imperativo poder conocer cuáles son los miedos presentes según el desarrollo evolutivo.
Durante los primeros años de vida, el mayor miedo es el abandono de sus cuidadores, así como también la presencia de extraños. Cuando ya se tiene dos años los miedos se relacionan con la oscuridad y con ciertos animales que podrían propinarle algún daño. También se vislumbra el temor al abandono o separación de sus padres o cuidadores.
A los 4 años los temores comienzan a ser de índole más fantasiosa, como a los monstruos o fantasmas. También existe miedo a los terremotos, truenos o relámpagos. Durante la adolescencia, el miedo comienza a presentar elementos e índole social como temor al ridículo o a la muerte de sus seres queridos.
– Ayudarle a nombrar aquello que temen. Para esto es imprescindible que sienta que sus padres sintonizan con su miedo.
– No avergonzarle o regañarle por tener miedo. Esto evitaría que nuestros hijos pudieran enfrentar sus temores.
– Facilitar el enfrentamiento del miedo a través de ideas creativas a modo que de forma gradual y sin presiones puedan ir lentamente enfrentándose a sus temores. Como, por ejemplo, entregarle una capa de súper poderes.
– Ayudarlo a lidiar con la angustia que genera el sentir temor a través de herramientas de relajación como la respiración o cambiar el foco de atención.
Por medio de estas herramientas, notarán que nuestros hijos sabrán utilizar esta misma sensación, el miedo, como una herramienta de superación y de crecimiento.