Jugar es un placer. Es diversión, entretenimiento. Es un aprendizaje. ¿Algo más? Sí. El juego aporta una infinidad de beneficios a los niños, a todos los niveles (físicos, mentales, sociales…). Pero además, activa el cerebro. Lo mantiene en forma. ¿Quieres saber cómo? Descubre qué ocurre en el cerebro de los niños cuando juegan.
Si pudiéramos mirar a través de la pequeña cabecita de nuestro hijo, veríamos la cantidad de actividad que se genera en su cerebro cada vez que juegan. El culpable de esto, o más bien la culpable, es la química. El juego genera una serie de hormonas que trabajan en el cerebro de los niños. Cada vez que tu hijo juega, estas son las sustancias que se activan en el cerebro:
– La Serotonina: Gracias a ella se reduce el estrés. También es la encargada de equilibrar y regular el estado de ánimo.
– La Acetilcolina: Es la sustancia que favorece la concentración, la memoria y por supuesto, el aprendizaje.
– Las Endorfinas y Encefalinas: Encargadas de reducir la tensión neuronal. Es decir, la que transmite al niño calma y felicidad. Es el mejor momento de creatividad del niño.
– La Dopamina: Motiva la actividad física, la que consigue que los músculos reaccionen ante el juego. También participa en la estimulación de la imaginación, la creación de imágenes y seres fantásticos.
El juego abre las puertas de la imaginación y la creatividad de los niños, les mantiene en forma, les ayuda a generar estrategias y a resolver conflictos y les enseña a crear normas y respetarlas. Es juego es la mejor asignatura para los niños, la más completa. Estas son sus grandísimas ventajas:
Jugar, sin más. Jugar al escondite, a los bolos, al cucu-tras. Jugar con los muñecos, con la pelota, o simplemente con la imaginación. Deja que tu hijo sueñe, imagine, juegue con otros niños. Estará aprendiendo, y mucho, de la mejor forma posible: divirtiéndose.
Fuente: guiainfantil.com