“Cuando seas mayor, deberás estudiar mucho para poder ser un gran médico como tu padre y tu abuelo”, “Mi hijo es socio de la Unión Deportiva Las Palmas desde el mismo día en que nació”, “María, jamás te muestres vulnerable delante de los demás, no te traerá nada bueno”. Estas y otras muchas frases pronunciadas por padres y madres a sus hijos son frecuentemente escuchadas en diferentes contextos. Por supuesto que todos los padres buscan lo mejor para sus hijos, pero no nos damos cuenta de la tremenda influencia que tenemos sobre ellos y el condicionamiento que ejercemos desde bien pequeños. A esto es lo que los psicólogos llaman los mandatos o exigencias familiares.
¿Qué son los mandatos familiares? Un mandato familiar es una orden o precepto que los padres dicen de manera explícita a sus hijos o bien lo actúan de manera implícita. Se refieren a uno mismo, a los demás o al mundo en el que vivimos. Por lo tanto, los mandatos son decisiones que toman por nosotros y que no hemos elegido.
¿Por qué nada más nacer tu hijo le tiene que gustar el fútbol? ¿Por qué pretendes que tu hijo sea un gran doctor? ¿Solo por el hecho de que tú y tu padre lo fuisteis? ¿Quizás por todo lo contrario? ¿Fue tu profesión frustrada y quieres que tu hijo haga lo que tú no fuiste capaz de hacer? En todos estos casos, estamos dejando de lado la opinión, las emociones, los sentimientos y las inclinaciones de nuestros hijos. Estamos actuando de una manera tremendamente egoísta con ellos y les estamos anulando por completo. “¿Qué importa lo que quieran y puedan elegir mis hijos? Yo quiero lo mejor para ellos y por eso elijo en su lugar”. A nadie le cabe la duda de que este padre o esta madre quiere lo mejor para su hijo/a, pero lo están haciendo mal. Muy mal. ¿Por qué no les dejamos a los niños que tomen sus propias decisiones? “Yo creo que lo que deberías estudiar es…”, “En tu lugar, yo haría…”.
Los mandatos son órdenes o instrucciones que se traspasan de generación en generación. En tu caso, ¿puedes pensar en algún mandato común a varias generaciones pasadas? Seguro que sí. ¿Cómo te ha influido en tu vida? ¿Ha sido para bien o para mal? Los mandatos son transgeneracionales y resulta muy difícil liberarse de ellos.
El hecho de que conozcamos racionalmente los mandatos que nos han transmitido nuestros padres no es una condición suficiente para poder abandonarlo. El motivo es que tienen una alta carga emocional. Para poder hacerlo, primero tengo que ser consciente de que esto es un mandato y no es algo que haya elegido yo, sino que ha sido impuesto. Algunos ejemplos de mandatos que nos transmiten o nos han transmitido nuestros padres son “no me superes”, “sé fuerte”, “no te comportes como un niño”, “sé perfecto”, “no estés bien”, “no crezcas”, “no pertenezcas a ningún grupo”, etc. Pero los mandatos positivos, llamados permisos también se dan: “puedes equivocarte”, “estás bien”, “te quiero y me gustas”, etc.
Debemos aceptar a nuestros hijos de manera incondicional, sin ningún tipo de condición o chantaje.
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Fuente: elpais.com