Los padres estamos acostumbrados a vivir días sin prácticamente descanso con la cantidad de cuestiones y tareas que requiere la atención del niño, como pueden ser los deberes, las actividades extraescolares, además del trabajo y las tareas domésticas. Es decir, en ocasiones parece que estamos en un estado de supervivencia constante. Por ello, es bueno detenernos a analizar qué estamos haciendo y cómo estamos influyendo en la vida de nuestros hijos.
¿Qué estamos haciendo hasta ahora? ¿Funciona? Vamos solucionando las peleas en casa, las perretas y los conflictos según llegan sin parar a pensar si estamos parcheando o de verdad proporcionando a nuestros hijos las habilidades que necesitan para ser personas felices y plenas en un futuro.
El desarrollo cerebral de los niños, sobre todo antes de los 3 años, es fundamental, los gritos no producen aprendizaje si no miedo, los sermones inmunizan, los chantajes no funcionan y así podríamos llegar a una lista interminable de recursos que parecen ser los más utilizados cuando nos hallamos en modo supervivencia, impidiendo así el correcto desarrollo de nuestros hijos.
Daniel Siegel experto en neurociencia nos dice que “un cerebro integrado da lugar a una mejor toma de decisiones, un mayor control del cuerpo y las emociones, una comprensión de uno mismo más plena, unas relaciones más sólidas y un buen rendimiento escolar. Y todo empieza por las experiencias proporcionadas por los padres.”
Y aquí es donde presento una herramienta fundamental y angular de este artículo: el autocontrol.
Hoy sabemos que podemos volver a integrar nuestro cerebro en los momentos de caos y lo más importante, que también podemos enseñar a los niños a hacerlo.
Aquí también interviene una parte importante en neuroeducación y es el descubrimiento de las neuronas espejo, de manera sencilla explicada al hilo de este artículo: estas neuronas hacen que de manera inconsciente copiemos el estado emocional de la persona que tenemos delante, por eso es fácil que perdamos los papeles ante las temidas rabietas de los niños (en palabras de Daniel Siegel “el tsunami emocional”)
Lo mejor de todo y la buena noticia es que sabiendo que funcionamos mejor con nuestro cerebro integrado y la existencia de las neuronas espejo, podemos ser conscientes de la necesidad de mantener la calma en la educación de nuestros hijos. Poder nombrar nuestras emociones, expresarlas y darnos cuentas de que vamos a perder los papeles, son los beneficios de tener nuestro cerebro integrado.
Y aquí viene otra parte importante de nuestro día a día, no solo porque nuestros hijos son nuestro espejo si no por lo necesario que es cuidarnos cada día como padres.
Es vital buscar nuestro espacio para salir a dar un paseo, hacer ejercicio, salir con amigos o simplemente leer en un libro en silencio ¡bendito silencio!
Se trata de disponer de ese tiempo que pensamos que la maternidad o paternidad en algún momento nos ha arrebatado, para dedicarnos a nosotros mismos, si nosotros nos sentimos mejor ellos también se sentirán mejor.
Además del autocuidado para mantener la calma en los momentos de conflicto podemos:
Como nota importante es aconsejable bajar nuestro nivel de exigencia, tener el valor de ser imperfecto considerando cada error como una oportunidad de aprendizaje, debemos tener el valor de ser imperfectos. No es deseable tener hijos perfectos, lo importante es que sean felices.