El vínculo emocional más importante, al menos en la primera infancia, es el apego. Cuando hablamos de apego nos referimos al vínculo afectivo que el niño establece con una o varias personas del sistema familiar, de ahí la importancia es estimularlo.
El apego en la infancia tiene una función adaptativa tanto para el niño como para los padres. Cumple dos funciones básicas: favorecer la supervivencia del niño (función muy biológica) manteniendo unidos al niño y los padres y proporcionar seguridad emocional.
Para cumplir estas funciones básicas, proteger y proporcionar seguridad, el apego tiene cuatro manifestaciones fundamentales:
– Buscar y mantener la proximidad de la madre o el padre.
– Resistirse a la separación y protestar si se produce.
– Usar la figura de apego como base de seguridad desde la que se explora el mundo físico y social, (el niño se atreve a explorar el mundo con la referencia de la figura de apego cerca)
– Sentirse seguro buscando en la figura de apego el bienestar y el apoyo emocional.
El apego tiene un papel muy importante a lo largo de todo el ciclo vital por lo que establecer adecuados vínculos de apego con personas adultas que nos cuiden y eduquen, así como vínculos de amistad con iguales con los que compartamos experiencias y juegos, es fundamental para el desarrollo emocional.
– 0-3 meses: Cuando el niño nace, manifiesta preferencia por los miembros de la propia especie sin establecer diferencias entre quienes interactúan con él.
– 3- 6 meses: Poco a poco aparece la preferencia por la interacción con los adultos que le cuidan normalmente, pero sin rechazar a los desconocidos. Los niños discriminan con claridad entre unas personas y manifiestan clara preferencia por interactuar con los que normalmente les cuidan. Esta habilidad para reconocer a las figuras de apego y diferenciar entre propios y extraños, la adquieren entre los 3 y los 5 meses. (llorar por ejemplo cuando les coge alguien que no conocen).
– De 6 meses a un año: los bebés manifiestan una clara preferencia por las figuras de apego, a la vez que rechazan a los desconocidos. La separación provoca reacciones de protesta y ansiedad, (lloros) y el reencuentro produce alegría y sosiego. El sistema de apego está claramente formado.
– A partir del primer año de vida, una vez establecido el vínculo del apego, el niño va conquistando cierto grado de independencia de las figuras de apego gracias a sus nuevas capacidades de locomoción, verbales e intelectuales.
Estas primeras experiencias de apego durante la primera infancia dan lugar a un modelo interno de relaciones afectivas que, aunque puede verse afectado por experiencias posteriores, sirve de base para las relaciones afectivas que tengan lugar en el futuro. Por lo que este primer año, es muy importante en el desarrollo emocional de los niños, (y futuros adultos).
Fuente: guiainfantil.com