Los niños empiezan a estar preparados para aprender los colores cerca de los 3 años. Alrededor de los 18 meses, empiezan a distinguirlos bien, pero aún no los identifican. En general, no pueden identificarlos bien hasta que no cumplen los 2 años. Teniendo en cuenta que el juego en sí es la forma natural de aprendizaje, se hace evidente que a través de él es cómo se consigue interiorizar todo lo vivido.
Jugando, creando, experimentando, observando y probando es como ellos pueden descubrir de forma natural, todo lo que tratamos de enseñarles. Por ello debemos propiciar y facilitar situaciones y momentos en los que sean ellos mismos los protagonistas de su historia. Dejarles hacer es la clave para que se den cuenta de las consecuencias de sus acciones, de sus intentos.
Durante el inicio de su corta vida lo que empezó a llamar su atención a nivel visual han sido los colores fuertes y las luces de colores. Prácticamente desde que nacen están recibiendo estimulación visual con todo lo que empiezan a percibir del mundo que los rodea. Es ahora, alrededor de los 2 y 3 años, cuando iniciarán ese proceso de aprendizaje de los colores que lleva viendo y diferenciando todo este tiempo.
A través de juegos, como agrupaciones, clasificaciones, o encajes con diferentes piezas, el niño ya está, a su vez, apreciando las diferencias. No obstante, existen múltiples formas de ayudarle a descubrir esas diferencias y el aprendizaje de los mismos, como pueden ser nombrarle el color de los objetos que está utilizando, de la ropa que se va a poner, de sus zapatos, del plato en el que va comer, etc.
También se le pueden facilitar espejos para observar y explorar las propiedades de diferentes objetos (donde insistiríamos en destacar los colores que ve), además de irse descubriendo a sí mismo. Ofrecerle cajas con juguetes y objetos del mismo color para que observe que poseen las mismas características (en este caso el color), utilizar canciones como recurso para nombrar los colores que existen, hacer juegos buscando el color que se nombra en cada momento, … y un sinfín de situaciones, juegos, actividades, que pueden ir surgiendo en el día a día que podemos aprovechar para recordarlos.
Como el juego y la acción de jugar son la clave para el desarrollo de cualquier niño, encontrando en ello la oportunidad de aprender, descubrir, expresarse, equivocarse, fortalecer relaciones, frustrarse, buscar soluciones, y, además, divertirse, no podemos olvidarnos de ofrecerles y facilitarles todo el tiempo posible estos momentos.
Por Daura, pedagoga Escuela Infantil Pizquito