Este año, debido a la situación a la que nos enfrentamos con la covid-19, se dispararon los casos de broncoespasmos en bebés y niños. Hay pediatras que creen que puede haberse debido a la relajación de las medidas como el lavado de manos de los niños. El virus causante de esta enfermedad suele alcanzar su pico más alto en diciembre, pero este año, en mayo, los ingresos han aumentado.
Cuando tu hijo respira, el aire baja por la tráquea principal y, a través de los bronquios, llega a los pulmones. Si estos se irritan e inflaman, pueden estrecharse. Esto se debe a que los músculos alrededor de las vías respiratorias sufren espasmos, lo que dificulta la respiración. Este suceso se llama broncoespasmo, y puede ser causado por muchas razones: alergias, asma, una infección respiratoria, ejercicio o reacción a un medicamento.
Los broncoespasmos en bebés y niños dificultan la expulsión del aire y producen silbidos. En casos graves, pueden presentar dificultades para coger aire o expulsarlo. También puede causar tos frecuente sin silbido.
Un niño con broncoespasmo puede toser, jadear o tener dificultad para respirar. El área inflamada produce moco y este puede bloquear parcialmente las vías respiratorias, lo que hace que los músculos del pecho se tensen. Además, otro síntoma puede ser la fiebre.
Los niños con asma, a menudo, padecen broncoespasmo, pero no todos con esta patología tienen asma. Si tu hijo tiene episodios repetidos de estos síntomas, es posible que debas hacerle una prueba de asma.
Los broncoespasmos en bebés y niños son más comunes que en adultos debido a que sus vías respiratorias son más pequeñas y pueden bloquearse con mayor facilidad. Lo más fácil es que se contagien hasta los dos años, especialmente si el bebé es muy pequeño o prematuro, si tiene problemas cardíacos o pulmonares o si tiene un sistema inmunitario débil.
Los niños que van a la guardería, tienen hermanos en la escuela o están cerca del humo de forma pasiva tienen un mayor riesgo de bronquiolitis. Los que tienen más de dos años y los adultos pueden contagiarse, pero no suele llegar a ser grave.
Cuando el pediatra sospecha que tu hijo puede tener bronquiolitis, escuchan el pecho del niño y controlan los niveles de oxígeno con un oxímetro de pulso. Pero, por norma general, los pediatras no necesitan hacer pruebas, si bien pueden analizar una muestra de moco para identificar qué virus ha causado el problema.
Se puede realizar una radiografía de tórax si el nivel de oxígeno del niño es bajo o si el médico sospecha que puede haber una neumonía.
La mayoría de los casos son leves y no necesitan tratamiento médico específico. El tratamiento se basa en aliviar los síntomas. Asegúrate de que tu hijo beba suficiente, ya que uno de los principales problemas es la deshidratación. Ofrécele líquidos en pequeñas cantidades con frecuencia.
Puedes usar un humidificador de vapor frío en la habitación del niño para ayudar a aflojar la mucosidad en las vías respiratorias y aliviar la tos y la congestión.
Para despejar la congestión en la nariz, prueba con un aspirador nasal o gotas de solución salina (agua salada) antes de comer y dormir.
Los virus que causan bronquiolitis se propagan fácilmente por el aire cuando alguien tose o estornuda. Los gérmenes pueden permanecer en manos, juguetes, picaportes, pañuelos desechables y otras superficies. Las personas infectadas pueden ser contagiosas durante varios días o incluso semanas.
La bronquiolitis suele ser una enfermedad leve. Pero a veces puede causar síntomas graves. Cuando lo hace, los niños necesitan tratamiento en un hospital.
Si tu hijo tiene una respiración rápida o dificultad para respirar, está muy cansado o no se despierta para comer, lo mejor es hacer una visita al pediatra.
No debes darle a tu hijo ningún medicamento que no haya sido recetado por su pediatra. Si tienes un medicamento broncodilatador, haz que lo use exactamente en el momento que indica el médico o el prospecto.
Es necesario que los niños descansen las horas recomendadas según su edad. Los que tienen más de un año deben dormir en una posición ligeramente erguida para facilitar la respiración, lo que se consigue levantando la parte superior del cuerpo con almohadas. Si tiene menos de 12 meses, debe descansar boca arriba sobre una superficie plana.
Para prevenir la deshidratación y ayudar a licuar la mucosidad pulmonar, haz que beba mucho líquido. Si es un bebé, usa una jeringuilla o un biberón para darle pequeñas cantidades de leche materna o agua.
Y uno de los consejos más importantes es que nadie fume cerca de tu hijo. El humo del tabaco puede agravar los síntomas de los broncoespasmos en bebés y niños.
Fuentes de referencia:
https://www.fairview.org/patient-education/115808EN
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